HIJOS TRIUNFADORES
Por Luís Baba Nakao (Marzo de 2007)
Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de
nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para
triunfar será el carácter, no solo el conocimiento, como muchos pudiéramos
creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos
un desafío y no una tragedia..., eso será lo que buscarán quienes
seleccionan personal. Para los trabajadores independientes será un auto
requisito.
Un hijo forjará el carácter si percibe claramente la autoridad de los
padres. Con presencia de autoridad, los niños y jóvenes podrán resolver los
problemas asertivamente. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán
débiles de carácter y obrarán por impulsos con los consecuentes problemas
de adaptación. ¿Exceso de autoridad? "Siempre será mejor el exceso de
autoridad." El límite lo pone la siguiente regla: "No se debe humillar". Lo
que es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana en cuanto hay que
mirar al hijo como un adulto potencial.
¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para
sufrir. No podemos evitarles todo sufrimiento. Deben comprender la muerte,
los problemas de la vida, las dificultades económicas en casa, los
problemas en el trato con sus semejantes. No debemos resolverles todas las
dificultades, no debemos darles gusto cuando no hay como, hay que ayudarlos
a que ellos las resuelvan. Nadie logra metas exitosas y duraderas sin un
poco de sufrimiento. Evitándoles el sufrimiento hacemos un daño
irreparable. Darles todo los incapacita para luchar por lo que de verdad
vale la pena. Hay que enseñarles a hacer esfuerzos adicionales. Que sepan
que siempre se puede un poquito más. Nadie recoge su cosecha sin sembrar
muchas semillitas y abonar mucha tierra.
Es muy importante enseñarles a carecer, es decir a "sentir la falta de".
Hay jóvenes que no juegan su deporte favorito si no tienen tenis de
"marca", hay jóvenes que se resisten aceptar una invitación si no van con
vestido nuevo; hay gente joven que no se moviliza a otro lugar si no es en
carro o si papá y mamá no los llevan; aunque tengamos para darles 200%,
ellos deben saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de pequeños, les
será muy difícil de adultos y allí sí que van a sufrir y nosotros con
ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer? Dándoles un poquito menos de lo que
necesitan. Así aprenden a apreciar lo que tienen y a no ser ingratos. Una
excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la
mesa del hogar, la comida. ¿Qué debemos hacer de comer? Lo que nosotros
decidamos que es bueno para ellos! Es no solo por su bien alimenticio, sino
que es excelente que aprendan a carecer. "Mami... no me gustan las
lentejas". Si quieren hacerles un bien para la vida, denle lentejas, no lo
cambien por la hamburguesa o la pizza que anhelan. Habrá berrinches, no se
exalten (autoridad no es gritar o agredir), que no coma si no quiere, pero
cuando le vuelva el hambre: SORPRESA!... Las lentejas de la nevera
calentadas!
También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo
de trabajo con pocas tareas: tender la cama, ordenar los cuartos, lavar los
platos, arreglar la mesa, etc. Hay que educarlos para que realicen las
labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio. Las escuelas más
importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer y hacer,
para que sepan y entienda el mundo y lo puedan liderar. Las mesadas deben
ser una cantidad fija, mas bien, semanales y algo menos de lo que creen que
necesitan. Así aprenden a administrar inteligentemente el dinero. El
respeto por el adulto jamás debe transgredirse. A un padre no se le debe
exigir lo que materialmente no puede ofrecer, no se le debe descalificar,
menospreciar, burlar ni mucho menos gritar. Un padre jamás debe permitir la
subvaloración por parte de su hijo.
Formemos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos.
Que se superen así mismos. Que tomen los problemas como desafíos para
mejorar. Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay
que ilusionarlos con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de
corazón. Importante también es estar convencidos de que triunfador no
equivale a tener dinero o propiedades. Triunfadores son aquellos que son
felices con lo que hacen, con lo que tienen y con su vida. Solamente así
podrán hacer felices a otros.
Los hijos con carácter templado, con algunas carencias, educados en el
servicio, plenos de amor, con respeto a la autoridad e ilusiones, serán
hijos triunfadores.
Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen
nuestro país, donde reinen la libertad, la abundancia, la justicia y la
felicidad.
Bueno agregaría al final lo siguiente:
"Solo de esta manera al final nuestros hijos ya grandes y formados
repetirán nuestras mismas palabras, GRACIAS PAPÁ, GRACIAS MAMÁ, GRACIAS
HERMANOS, GRACIAS TIOS Y TIAS. Ahora si comprendo el valor de sus
enseñanzas que aunque a primera vista parecían duras y crueles estaban
llenas de amor."
Como me dijo alguien: a los hijos hay que criarlos con un poquito de hambre
y un poquito de frio.
Artículo enviado por Patricia Rivera y publicado por instrucción del Departamento de Familia.
--
Sandra Milena Otálora Sandoval
Directora Departamento de Familia
Dios les bendiga hoy y siempre
No hay comentarios:
Publicar un comentario